Estados Unidos ha movilizado tres destructores de la clase Aegis —USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson— hacia aguas internacionales cercanas a Venezuela, acompañados de 4 000 marines, un submarino de ataque y aviones espía P‑8. La operación, presentada como la mayor contra el “narcoterrorismo” en décadas, apunta a presionar al régimen de Nicolás Maduro .
Karoline Leavitt, portavoz de Trump, enfatizó que el presidente está “preparado para usar cada elemento del poder americano” para combatir el narcotráfico, y calificó al gobierno venezolano como un “cartel del narcoterrorismo” que no tiene legitimidad internacional.
Aumento de la recompensa y autorización militar
La Casa Blanca duplicó la recompensa por Maduro, que ahora alcanza $50 millones, acusándolo de liderar el “Cártel de los Soles” y colaborar con organizaciones criminales internacionales, como el Cártel de Sinaloa y Tren de Aragua.
Además, Trump firmó una directiva secreta que permite al Pentágono realizar operaciones militares en el extranjero contra cárteles designados como terroristas, lo que podría incluir ataques dirigidos desde los destructores desplegados en aguas internacionales.
Maduro moviliza a sus milicias
En respuesta, Nicolás Maduro ordenó la movilización de 4,5 millones de milicianos, afirmando que las amenazas de EE. UU. representan un intento de agresión directa y denunciando la escalada como una provocación contra la soberanía venezolana.
Expertos internacionales advierten que la situación representa la mayor tensión militar en el Caribe desde la Crisis de los Misiles de 1962, con riesgos significativos para la estabilidad regional y la seguridad marítima.
Contexto regional
La operación refleja el endurecimiento de la estrategia estadounidense frente al narcotráfico en América Latina y su intención de debilitar estructuras delictivas que afectan la seguridad de EE. UU. Por su parte, Venezuela fortalece sus defensas y refuerza la vigilancia de sus costas, generando preocupación entre países vecinos por posibles repercusiones.

